El Colegio de Abogados de Sueca, este año bajo el lema IGUALES EN DERECHOS, IGUALES POR DERECHO, se suma un año más a la celebración del día internacional de la mujer, a reivindicar el papel de ésta en la sociedad, a proclamar la necesidad de que la igualdad entre hombres y mujeres sea efectiva y real en todos los ámbitos.
La historia de los derechos de la mujer en España va de la mano de los cambios sociales, políticos e ideológicos que se produjeron a finales del siglo XIX y principios del XX en el mundo, especialmente en Europa y Norteamérica. En 1848 nace en estados unidos el movimiento por la igualdad de derechos. En 1869 se ponen las bases para el movimiento sufragista. El 1893 Nueva Zelanda es el primer país en aprobar el sufragio femenino. A principios del siglo XX se gestan en España las primeras organizaciones lideradas por mujeres, en su lucha por alcanzar mayores libertades y derechos.
El 10 de julio de 1910 tiene lugar en Barcelona la primera manifestación encabezada por mujeres en nuestro país. Otra fecha clave en este contexto es el año 1918, que es cuando nace oficialmente la asociación nacional de mujeres españolas, una agrupación que defendía, entre otras, cuestiones como las reformas del Código Civil, la promoción educativa y el derecho de las mujeres a ejercer profesiones liberales.
En los años 20, la lucha por los derechos de la mujer en España sufre un nuevo impulso tras las reivindicaciones que se plantearon entonces en el entorno europeo y que desembocaron en el reconocimiento del derecho al voto femenino y de la posibilidad de que las mujeres fuesen elegidas en las cortes en la Segunda República.
Pero tras la guerra civil y durante décadas, la lucha por ampliar los derechos de la mujer en España se mantuvo inactiva.
¿Jueces? Las mujeres no podían ser jueces ni fiscales. Había que “proteger sus sentimientos ante determinadas actuaciones que el cumplimiento de su cargo hacía ineludibles. Tampoco estudiaban ingeniería de minas. Sólo podían viajar al extranjero con el permiso de su padre o marido. Al casarse, recibían una dote por dejar el trabajo con el que ayudaban en casa y cuidar a su familia como es debido. No podían abrir una cuenta en el banco ni un negocio sin el consentimiento de su marido y, por supuesto, eran ellas las que lavaban más blanco, dejaban los cuellos más almidonados, atendían a sus maridos sobre todas las cosas y posaban con la mejor sonrisa.
La situación cambio con la llegada de la democracia y la aprobación de la Constitución Española de 1978 que consagró en su artículo 14 la igualdad de hombres y mujeres y, con ello, derechos de la mujer que se habían ignorado hasta ese momento.
A las mujeres que lucharon por sus derechos en los años 70 y 80 les debemos avances importantísimos. Se reconoció el derecho al aborto, se aprobó la ley del divorcio y, en general, otras reivindicaciones que allanaron el camino para llegar a las leyes de igualdad de género. No se puede olvidar que hasta entonces la mujer era considerada por la sociedad como menor de edad y estaba arrinconada en «sus labores». Esa era su profesión.
Hoy día, tras más de 43 años de la Constitución se han logrado importantes avances en materia de derechos de la mujer en nuestro país. Y aunque estemos más formadas, seamos económicamente independientes y dueñas de nuestros actos y de nuestro cuerpo, queda mucho por hacer aún y numerosas cuestiones por resolver para proclamar una igualdad de género plena.
Aunque la sociedad haya avanzado y jurídicamente no haya ninguna diferencia, el poder sigue concentrado en manos de los hombres. El jurídico es un entorno dominado, todavía, por un modelo productivo y organizativo eminentemente masculino. Un modelo diseñado hace siglos a la medida de quienes tenían entonces la exclusiva en el acceso a la abogacía y a la judicatura, y que ha evolucionado bien poco a pesar de la incorporación masiva de mujeres al sector en las últimas décadas.
Los datos ponen de manifiesto que, lejos de ser un oasis, en la abogacía se reproducen patrones de discriminación que también sufren las mujeres en otros sectores. El porcentaje de socias en los grandes bufetes es inferior al 20% y en torno a ese mismo porcentaje se sitúa la brecha salarial. Y aunque sigue habiendo muchos más decanos que decanas en los Colegios de la Abogacía, el incremento en los últimos años va creciendo exponencialmente.
La judicatura no sale mejor parada. El rastro de juezas en la foto de la cúpula de la justicia que ilustra la noticia de la apertura del año judicial es mínimo. El sistema de nombramientos contemplado en la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) y la forma en que el CGPJ lo lleva a la práctica constituyen una barrera invisible para que las mujeres puedan acceder a los puestos altos. Las mujeres son mayoría actualmente en la carrera judicial (54,3%) y en las últimas promociones de la Escuela Judicial representan el 70%. Sin embargo, su presencia es muy inferior en los escalones superiores y especialmente en los cargos que son de nombramiento discrecional. Según los últimos datos del CGPJ, en el TS sólo solo hay 16 mujeres (22,54%), frente a 55 hombres (77,46%) y sólo una de ellas ocupa una presidencia de Sala en el Alto Tribunal (el 20% del total). La poca presencia femenina tampoco se corrige en los órganos de decisión con menos rango. Solo hay dos presidentas en los 17 TSJ autonómicos, una de ellas María Pilar de Oliva Marrades, Presidenta en la Comunidad Valenciana desde 2010.
Reivindicamos la incorporación de mujeres en los puestos de jerarquía. Esa incorporación es el sustento para que la estructura judicial se perciba como representativa de la sociedad.
La falta de voz jurídica de las mujeres en los órganos donde se sienta jurisprudencia es un problema. Es fundamental su visión ya que aportan un punto de vista diferente, por ejemplo, en materia de familia, violencia sobre la mujer en el ámbito social.
El techo de cristal no se construye solamente por la juventud sino que también influye la falta de valoración del talento, la poca implantación del plan de igualdad del CGPJ y la falta de medidas de conciliación. «de cada diez excedencias para el cuidado de hijos en la judicatura, una se la coge un hombre». «esto se va a traducir en menos tiempo para ir a cursos, dar clases o escribir artículos, que son los elementos que influyen para promocionar en la carrera judicial».
Pese a ello, se ha ganado mucho terreno. En estos momentos existe una representación institucional sin precedentes. Hay mujeres al frente del Ministerio de Justicia, la Fiscalía General del Estado, el Consejo General de la Abogacía Española, el Colegio de Registradores.
Pero el ultimo trecho del camino se está haciendo duro. Hay un polo muy fuerte de conservadurismo que retiene los avances. Es evidente que es muy duro compartir lo que durante siglos ha sido privativo. Seguramente ésta sea una de las razones por las que los machismos continúan. También el que las mujeres sigan asumiendo el rol del cuidado familiar y que en los puestos discrecionales la selección se realice en base a relaciones interpersonales, que son más intensas entre los hombres.
Por eso hemos de conseguir que se abra la puerta a las mujeres a los puestos de responsabilidad y que haya unos horarios racionales que permitan la conciliación de la vida laboral y profesional. Hay que luchar también por la flexibilidad laboral y la corresponsabilidad. Hay que incorporar definitivamente y de manera efectiva en el ejercicio de la abogacía y en el resto de las profesiones relacionadas, el enfoque de género. Como se dice en la Guía práctica sobre el enfoque de género en la actuación letrada que edita la Fundación Abogacía Española, cada vez que en el ejercicio de nuestra profesión se nos pasan por alto circunstancias que generan o han generado discriminación de una mujer, cada vez que nos dejamos llevar por estereotipos, estamos privando a nuestra clientela de su derecho a acceso a la justicia, porque no hay justicia sin igualdad.
El momento es ahora. Las profesionales jurídicas estamos con la ilusión y energía suficiente para lograr ese impulso definitivo que todavía se necesita en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
Tenemos que aprovechar la oportunidad de fomentar el talento femenino y reivindicar que las mujeres podemos alcanzar cualquier reto que nos propongamos a nivel profesional. Nos hemos de significar, no sentirnos intrusas, no tener miedo a destacar. Es cuestión de voluntad y cada una desde su pequeña o gran parcela hacer lo posible para cambiar las cosas, para avanzar.
Tenemos que luchar por potenciar en el futuro la presencia de mujeres líderes en posiciones de toma de decisiones en el mundo jurídico. Pese al crecimiento exponencial de la presencia de las mujeres en el mundo del derecho, el poder judicial y la abogacía institucional siguen vistiendo ropas masculinas. Las mujeres son la mayoría en la base pero la minoría en la altura, lo que conforma que en la actualidad tengamos que seguir hablando de desigualdad y, por tanto, de injusticia, porque no hay justicia sin igualdad.
Pero tenemos claro que esto no va de mujeres contra hombres. Sino de mujeres en un mano a mano con los hombres y la igualdad no será efectiva y real mientras los hombres no estén masivamente convencidos e implicados. Mujeres y hombres aunando esfuerzos, siendo complementarios.
No podemos concluir sin nuestro especial recuerdo y homenaje a CONCEPCIÓN ARENAL, la pionera, la primera mujer en asistir a una facultad de derecho, entre los años 1841 y 1846, eso sí, disfrazada de hombre y solo como oyente, a MARÍA ASCENSIÓN CHIRIVELLA, valenciana, la primera toga, la primera mujer que accedió al ejercicio de la abogacía en españa, al ser admitida en el colegio de abogados de valencia el 12 de enero de 1922; a CLARA CAMPOAMOR, que consiguió durante las cortes de la segunda república el voto para las mujeres, a VICTORIA KENT, primera mujer que en 1930 actuó ante el tribunal supremo de guerra y marina y que además fue directora general durante la segunda república, todas ellas mujeres valientes y decididas que abrieron el camino hasta llegar a MARÍA LUISA SEGOVIANO, la primera mujer que preside una sala del Supremo y a VICTORIA ORTEGA, primera mujer en ostentar la presidencia del Consejo General de la Abogacía Española.
_____________________________________________________________________________________________
El Col·legi d’Advocats de Sueca, enguany sota el lema IGUALS EN DRETS, IGUALS PER DRET, se suma un any més a la celebració del dia internacional de la dona, a reivindicar el paper d’aquesta en la societat, a proclamar la necessitat que la igualtat entre homes i dones siga efectiva i real en tots els àmbits.
La història dels drets de la dona a Espanya va de la mà dels canvis socials, polítics i ideològics que es van produir a la fi del segle XIX i principis del XX en el món, especialment a Europa i Amèrica del Nord. En 1848 naix en estats units el moviment per la igualtat de drets. En 1869 es posen les bases per al moviment sufragista. El 1893 Nova Zelanda és el primer país a aprovar el sufragi femení. A principis del segle XX es gesten a Espanya les primeres organitzacions liderades per dones, en la seua lluita per aconseguir majors llibertats i drets.
El 10 de juliol de 1910 té lloc a Barcelona la primera manifestació encapçalada per dones al nostre país. Una altra data clau en aquest context és l’any 1918, que és quan naix oficialment l’associació nacional de dones espanyoles, una agrupació que defensava, entre altres, qüestions com les reformes del Codi Civil, la promoció educativa i el dret de les dones a exercir professions liberals.
En els anys 20, la lluita pels drets de la dona a Espanya pateix un nou impuls després de les reivindicacions que es van plantejar llavors en l’entorn europeu i que van desembocar en el reconeixement del dret al vot femení i de la possibilitat que les dones foren triades en les corts en la Segona República.
Però després de la guerra civil i durant dècades, la lluita per ampliar els drets de la dona a Espanya es va mantindre inactiva.
Jutges? Les dones no podien ser jutges ni fiscals. Calia “protegir els seus sentiments davant determinades actuacions que el compliment del seu càrrec feia ineludibles. Tampoc estudiaven enginyeria de mines. Només podien viatjar a l’estranger amb el permís del seu pare o marit. En casar-se, rebien un dot per deixar el treball amb el qual ajudaven a casa i cuidar a la seua família com cal. No podien obrir un compte en el banc ni un negoci sense el consentiment del seu marit i, per descomptat, eren elles les que llavaven més blanc, deixaven els colls més emmidonats, atenien els seus marits sobre totes les coses i posaven amb el millor somriure.
La situació canvie amb l’arribada de la democràcia i l’aprovació de la Constitució Espanyola de 1978 que va consagrar en el seu article 14 la igualtat d’homes i dones i, amb això, drets de la dona que s’havien ignorat fins a aqueix moment.
A les dones que van lluitar pels seus drets en els anys 70 i 80 els devem avanços importantíssims. Es va reconéixer el dret a l’avortament, es va aprovar la llei del divorci i, en general, altres reivindicacions que van aplanar el camí per a arribar a les lleis d’igualtat de gènere. No es pot oblidar que fins llavors la dona era considerada per la societat com a menor d’edat i estava arraconada en «la feina de casa». Aqueixa era la seua professió.
Hui dia, després de més de 43 anys de la Constitució s’han aconseguit importants avanços en matèria de drets de la dona al nostre país. I encara que estiguem més formades, siguem econòmicament independents i propietàries dels nostres actes i del nostre cos, queda molt per fer encara i nombroses qüestions per resoldre per a proclamar una igualtat de gènere plena.
Encara que la societat haja avançat i jurídicament no hi haja cap diferència, el poder segueix concentrat en mans dels homes. El jurídic és un entorn dominat, encara, per un model productiu i organitzatiu eminentment masculí. Un model dissenyat fa segles a la mesura dels qui tenien llavors l’exclusiva en l’accés a l’advocacia i a la judicatura, i que ha evolucionat ben poc malgrat la incorporació massiva de dones al sector en les últimes dècades.
Les dades posen de manifest que, lluny de ser un oasi, en l’advocacia es reprodueixen patrons de discriminació que també pateixen les dones en altres sectors. El percentatge de sòcies en els grans bufets és inferior al 20% i entorn d’aqueix mateix percentatge se situa la bretxa salarial. I encara que continua havent-hi molts més degans que deganes en els Col·legis de l’Advocacia, l’increment en els últims anys va creixent exponencialment.
La judicatura no ix millor parada. El rastre de jutgesses a la foto de la cúpula de la justícia que il·lustra la notícia de l’obertura de l’any judicial és mínim. El sistema de nomenaments contemplat en la Llei orgànica del Poder Judicial (*LOPJ) i la forma en què el CGPJ el porta a la pràctica constitueixen una barrera invisible perquè les dones puguen accedir als llocs alts. Les dones són majoria actualment en la carrera judicial (54,3%) i en les últimes promocions de l’Escola Judicial representen el 70%. No obstant això, la seua presència és molt inferior en els escalons superiors i especialment en els càrrecs que són de nomenament discrecional. Segons les últimes dades del CGPJ, en el TS només sol hi ha 16 dones (22,54%), enfront de 55 homes (77,46%) i només una d’elles ocupa una presidència de Sala en l’Alt Tribunal (el 20% del total). La poca presència femenina tampoc es corregeix en els òrgans de decisió amb menys rang. Només hi ha dues presidentes en els 17 TSJ autonòmics, una d’elles María Pilar d’Oliva *Marrades, Presidenta a la Comunitat Valenciana des de 2010.
Reivindiquem la incorporació de dones en els llocs de jerarquia. Aqueixa incorporació és el manteniment perquè l’estructura judicial es perceba com a representativa de la societat.
La falta de veu jurídica de les dones en els òrgans on s’estableix jurisprudència és un problema. És fonamental la seua visió ja que aporten un punt de vista diferent, per exemple, en matèria de família, violència sobre la dona en l’àmbit social.
El sostre de cristall no es construeix solament per la joventut sinó que també influeix la falta de valoració del talent, la poca implantació del pla d’igualtat del CGPJ i la falta de mesures de conciliació. «de cada deu excedències per a la cura de fills en la judicatura, una li l’agafa un home». «això es traduirà en menys temps per a anar a cursos, fer classes o escriure articles, que són els elements que influeixen per a promocionar en la carrera judicial».
Malgrat això, s’ha guanyat molt de terreny. En aquests moments existeix una representació institucional sense precedents. Hi ha dones al capdavant del Ministeri de Justícia, la Fiscalia General de l’Estat, el Consell General de l’Advocacia Espanyola, el Col·legi de Registradors.
Però l’ultime tros del camí s’està fent duro. Hi ha un pol molt fort de conservadorisme que reté els avanços. És evident que és molt dur compartir el que durant segles ha sigut privatiu. Segurament aquesta és una de les raons per les quals els masclismes continuen. També el que les dones continuen assumint el rol de la cura familiar i que en els llocs discrecionals la selecció es realitze sobre la base de relacions interpersonals, que són més intenses entre els homes.
Per això hem d’aconseguir que s’òbriga la porta a les dones als llocs de responsabilitat i que hi haja uns horaris racionals que permeten la conciliació de la vida laboral i professional. Cal lluitar també per la flexibilitat laboral i la corresponsabilitat. Cal incorporar definitivament i de manera efectiva en l’exercici de l’advocacia i en la resta de les professions relacionades, l’enfocament de gènere. Com es diu en la Guia pràctica sobre l’enfocament de gènere en l’actuació lletrada que edita la Fundació Advocacia Espanyola, cada vegada que en l’exercici de la nostra professió se’ns passen per alt circumstàncies que generen o han generat discriminació d’una dona, cada vegada que ens deixem portar per estereotips, estem privant a la nostra clientela del seu dret a accés a la justícia, perquè no hi ha justícia sense igualtat.
El moment és ara. Les professionals jurídiques estem amb la il·lusió i energia suficient per a aconseguir aqueix impuls definitiu que encara es necessita en la lluita per la igualtat entre homes i dones.
Hem d’aprofitar l’oportunitat de fomentar el talent femení i reivindicar que les dones podem aconseguir qualsevol repte que ens proposem a nivell professional. Ens hem de significar, no sentir-nos intruses, no tindre por de destacar. És qüestió de voluntat i cadascuna des de la seua xicoteta o gran parcel·la fer el possible per a canviar les coses, per a avançar.
Hem de lluitar per potenciar en el futur la presència de dones líders en posicions de presa de decisions en el món jurídic. Pese al creixement exponencial de la presència de les dones en el món del dret, el poder judicial i l’advocacia institucional continuen vestint robes masculines. Les dones són la majoria en la base però la minoria en l’altura, la qual cosa conforma que en l’actualitat hàgem de continuar parlant de desigualtat i, per tant, d’injustícia, perquè no hi ha justícia sense igualtat.
Però tenim clar que això no va de dones contra homes. Sinó de dones en un mà a mà amb els homes i la igualtat no serà efectiva i real mentre els homes no estiguen massivament convençuts i implicats. Dones i homes conjuminant esforços, sent complementaris.
No podem concloure sense el nostre especial record i homenatge a CONCEPCIÓN ARENAL, la pionera, la primera dona a assistir a una facultat de dret, entre els anys 1841 i 1846, això sí, disfressada d’home i solo com a oïdor, a MARÍA ASCENSIÓN XIRIVELLA, valenciana, la primera toga, la primera dona que va accedir a l’exercici de l’advocacia en Espanya, en ser admesa en el Col·legi d’Advocats de València el 12 de gener de 1922; a CLARA CAMPOAMOR, que va aconseguir durant les corts de la segona república el vot per a les dones, a VICTORIA KENT, primera dona que en 1930 va actuar davant el tribunal suprem de guerra i marina i que a més va ser directora general durant la segona república, totes elles dones valentes i decidides que van obrir el camí fins a arribar a MARÍA LUISA SEGOVIANO, la primera dona que presideix una sala del Suprem i a VICTORIA ORTEGA, primera dona a ostentar la presidència del Consell General de l’Advocacia Espanyola.
8 DE MARÇ. DIA INTERNACIONAL DE LA DONA.
IGUALS EN DRETS, IGUALS PER DRET
MOU-TE PER LA IGUALTAT. ÉS DE JUSTÍCIA
EL CANVI ÉS POSSIBLE I EL MOMENT ÉS ARA
PER TU, PER NOSALTRES, PER TOTES