25 DE NOVIEMBRE: DIA INTERNACIONAL PARA LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Con ocasión de la celebración del Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, el Colegio de Abogados de Sueca instalará el próximo jueves 25 de noviembre una mesa informativa y reivindicativa contra la violencia y por la igualdad en la puerta de la sede de los Juzgados de Sueca. De este modo, queremos informar a la ciudadanía de las actuaciones que se llevan a cabo en materia de violencia contra la mujer, y al mismo tiempo, manifestar nuestro más profundo rechazo hacia este grave problema, esta lacra que nos afecta a todos y sobre la que ninguna persona debería mostrarse ni equidistante ni pasiva, pues solo se podrá luchar de manera efectiva contra la misma aunando esfuerzos.
La violencia de género sigue siendo una realidad que no podemos permitir, tolerar ni esconder. Por desgracia hoy en día los hombres siguen asesinando mujeres, maltratándolas, vejándolas, atemorizándolas y negándoles una existencia libre, autónoma, llena y feliz cómo todo ser humano merece, por lo que no puede mirarse a otro lado.
En síntesis, puede decirse que la de género es una violencia peculiar y distinta, que sume a la mujer que la sufre en una situación de pérdida marcada de su autonomía personal, cuyos rasgos intrínsecos pueden resumirse, en cuatro fundamentales:
– Es una violencia ejercida por alguien conocido, cercano y, en algún momento, querido.
– Se despliega muchas veces allí donde la generalidad de la población tiende a sentirse más segura: en el propio domicilio de la víctima.
– Es una violencia instrumental para controlar a la mujer, que realmente busca someter a la misma y para ello se recurre en numerosas ocasiones a causarle daño.
– Responde generalmente a un ciclo, bien descrito en la literatura científica, que comienza con una fase de acumulación de tensiones, culmina explosivamente con actos de maltrato o agresión, y es seguida de otra fase de reconciliación, o «luna de miel», tras la cual, antes o después, se iniciará un nuevo ciclo de violencia.
Esas condiciones excepcionales del fenómeno violento provocan en la víctima una situación, también singular, de baja autoestima y sentimientos divididos hacia su agresor. Así, se manifiestan, no pocas veces, actitudes de las mujeres que sufren esta violencia insólitas en víctimas de otro tipo de delitos, tales como renuencia o negativa abierta a denunciar los hechos, preocupación por las consecuencias que la denuncia y el proceso subsiguiente puedan acarrear para su agresor, retirada o retractación de la denuncia, negativa a declarar en el proceso judicial y perdón expreso al responsable de la violencia padecida.
Precisamente por estas características tan particulares se ha de tener desde todos los operadores una especial sensibilización para reconocer estas particularidades y poder ayudar realmente a la víctima. No podemos restar derechos a las mujeres. Tenemos que darles armas de poder a las mujeres que viven esa situación y enseñar que lo que se “normaliza” no es lo normal, y que si cualquiera de ellas se acerca a una comisaria a interponer una denuncia le ayudaran, que contará con la presencia de un abogado o abogada que desde el principio le indicará los pasos que tiene el proceso, y que aunque no sea fácil, todos estamos con ella.
Porque no hay que olvidar que una parte importante de nuestra sociedad sigue pensando en voz baja, y, en los últimos tiempos, no tan baja, cuestiones como ésta: la mujer pone una denuncia y al hombre se lo llevan al calabozo, la mujer tiene ahora todos los derechos, se queda con la casa, con los niños, con la pensión, es lógico que el hombre se desespere, se vuelva loco y… acabe matándola. ¿Por qué justificamos la conducta del agresor con pensamientos como “algo habrá hecho la mujer para que la matara”? . ¿Por qué seguimos hablando de abusos contra los hombres o de situaciones de discriminación contra el hombre desde la normativa de violencia de género?
Son los falsos mitos sobre la violencia machista que hacen que minimicemos este problema y sus consecuencias. Desde el 1 de enero de 2003 hasta hoy, la violencia machista nos ha arrebatado en nuestro país, a 1.118 mujeres, se ha cobrado la vida de más de 62 mujeres cada año, sin embargo, seguimos mostrando pudor de llamar a este problema por su nombre.
Toda violencia contra la mujer merece repulsa y condena, pero lejos de estar cerca de esa erradicación, parece que aumentan las formas de ejercer la misma, como ocurre con la violencia económica o la violencia a través de las redes sociales, consecuencia esta última de la aparición de la sociedad de la información y de la eliminación de barreras a la comunicación, así como de la expansión del acceso y tratamiento de la información que, en su vertiente negativa, han supuesto la aparición de nuevas formas de maltrato hacia la mujer particularmente lesivas y con espacial incidencia entre jóvenes y adolescentes y con la particularidad de que pueden incrementar exponencialmente la lesividad en las victimas, ya que se trata de conductas que pueden convertirse en virales y permanecer de manera incesante en el tiempo, que normalmente permiten ocultar la identidad del maltratador.
Estamos hablando del ciberacoso, ciberamenazas, sextorsión, cibercaptación para tráfico de personas, hacking, phishing. Algunas de las conductas no corresponden a delitos concretos, conforme a su tipificación en el Código Penal, sino que pueden generar más de un delito.
La violencia económica presenta el inconveniente de no venir expresamente tipificada en el Código Penal pero no por ello deja de ser un tipo de violencia especialmente cruel con la víctima, pues se trata de un abuso muy sutil que sufre un elevado porcentaje de mujeres, tanto durante la convivencia como tras la separación. El control del dinero del que dispone la mujer, incluso el que la misma gana, el impago voluntario o intencionado de las cuotas hipotecarias para privar a la mujer de la vivienda familiar, los supuestos de explotación económica, obligando a la mujer a trabajar en el negocio familiar sin salario ni prestaciones sociales, el sabotaje laboral, frenando las expectativas profesionales de la mujer mediante la imposición de tareas asociadas al sexo femenino y la maternidad, o el impago de pensiones alimenticias, que exige a la mujer a llevar a cabo un exceso en su esfuerzo de cuidado y atención hacia los hijos, privándose de atender sus propias necesidades para cubrir las obligaciones que no verifica el obligado a hacerlo son formas de violencia económica.
Como se apunta desde la Subcomisión de Violencia sobre la mujer del CGAE, aunque nuestro país tiene una de las legislaciones más avanzadas en materia de violencia de género a nivel europeo, hay que seguir avanzando para reconocer las distintas formas y los distintos ámbitos de la violencia machista, hay que seguir identificando y analizando los factores que inciden en la violencia de género y formular propuestas para erradicarla y tipificarla.
Se activan Pactos de Estado, se activan protocolos de actuación, se vuelve con iniciativas legislativas, y casi 17 años después de publicarse la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de Diciembre, de Medidas de protección integral contra la violencia de género, después de las reformas tan importantes que vieron la luz en el año 2.015 en esta materia, no hemos sido capaces de reducir el número de asesinatos, muchas mujeres no encuentran la protección debida porque no quieren interponer denuncia; no quieren, o no pueden, valerse de la protección que el Estado les brinda, posiblemente porque creen que no van a ayudarlas.
La violencia de género es un fenómeno delictivo que reviste una especialísima gravedad en una sociedad democrática avanzada por ser una materialización sangrante del riesgo que, por el mero hecho de ser mujer, afecta a la mitad de la población. El de violencia de género es un proceso no equiparable a otros órdenes ya que hay que valorar en su justa medida las dependencias de todo tipo que la mujeres víctimas de violencia de género tienen, las emocionales las sociales, las económicas, las que tiene que ver con los hijos e hijas, esas otras grandes víctimas de la violencia de género.
Para combatir esta lacra hemos de contar con leyes que garanticen la igualdad, pero sin olvidar la importancia de factores como la coeducación, el feminismo, la perspectiva de género en todas las instituciones, el compromiso cívico e igualitario de la ciudadanía, el papel de los medios de comunicación, así como la condena firme contra los maltratadores. En realidad estamos ante un gran desafío que requiere de un profundo cambio cultural. Todos los cambios culturales requieren compromiso, voluntad y firmeza para impulsarlos.
Como dice nuestra Presidenta, Victoria Ortega, cuando una mujer muere o se la maltrata por el simple hecho de serlo, algo muere también en la calidad de nuestra democracia. Estamos ante un problema de la máxima gravedad donde no caben ni los negacionismos, ni las equidistancias, ni la pasividad. Es evidente que algo falla y cuando algo no funciona bien –nada menos que el sistema- tenemos la obligación de actuar y de proponer soluciones, porque es un compromiso colectivo que nos atañe a todas y todos: a la sociedad, a los tres poderes del Estado y a las instituciones.
Por ello, invitamos a todo el mundo a acercarse hasta las puertas de los Juzgados para ser informados de las actuaciones que se llevan a cabo en materia de violencia contra la mujer, manifestar el rechazo a la misma y asistir a la concentración prevista y lectura del manifiesto. Todas las voces son pocas para gritar NO A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
25 DE NOVEMBRE: DIA INTERNACIONAL PER A l’ELIMINACIÓ DE LA VIOLÈNCIA CONTRA LA DONA
En ocasió de la celebració del Dia Internacional de l’eliminació de la violència contra la dona, el Col·legi d’Advocats de Sueca instal·larà dijous que ve 25 de novembre una taula informativa i reivindicativa contra la violència i per la igualtat a la porta de la seu dels Jutjats de Sueca. D’aquesta manera, volem informar la ciutadania de les actuacions que es duen a terme en matèria de violència contra la dona, i al mateix temps, manifestar el nostre més profund rebuig cap a aquest greu problema, esta xacra que ens afecta a tots i sobre la qual cap persona hauria de mostrar-se ni equidistant ni passiva, perquè només es podrà lluitar de manera efectiva contra aquesta conjuminant esforços.
La violència de gènere continua sent una realitat que no podem permetre, tolerar ni amagar. Per desgràcia hui dia els homes continuen assassinant dones, maltractant-les, vexant-les, atemorint-les i negant-los una existència lliure, autònoma, plena i feliç com tot ésser humà mereix, per la qual cosa no pot mirar-se a un altre costat.
En síntesi, pot dir-se que la de gènere és una violència peculiar i diferent, que sume a la dona que la pateix en una situació de pèrdua marcada de la seua autonomia personal, els trets intrínsecs de la qual poden resumir-se, en quatre fonamentals:
– És una violència exercida per algú conegut, pròxim i, en algun moment, volgut.
– Es desplega moltes vegades allí on la generalitat de la població tendeix a sentir-se més segura: en el propi domicili de la víctima.
– És una violència instrumental per a controlar a la dona, que realment busca sotmetre a la mateixa i per a això es recorre en nombroses ocasions a causar-li mal.
– Respon generalment a un cicle, ben descrit en la literatura científica, que comença amb una fase d’acumulació de tensions, culmina explosivament amb actes de maltractament o agressió, i és seguida d’una altra fase de reconciliació, o «lluna de mel», després de la qual, abans o després, s’iniciarà un nou cicle de violència.
Eixes condicions excepcionals del fenomen violent provoquen en la víctima una situació, també singular, de baixa autoestima i sentiments dividits cap al seu agressor. Així, es manifesten, no poques vegades, actituds de les dones que pateixen aquesta violència insòlites en víctimes d’una altra mena de delictes, com ara renuència o negativa oberta a denunciar els fets, preocupació per les conseqüències que la denúncia i el procés subsegüent puguen implicar per al seu agressor, retirada o retractació de la denúncia, negativa a declarar en el procés judicial i perdó exprés al responsable de la violència patida.
Precisament per estes característiques tan particulars s’ha de tindre des de tots els operadors una especial sensibilització per a reconéixer aquestes particularitats i poder ajudar realment a la víctima. No podem restar drets a les dones. Hem de donar-los armes de poder a les dones que viuen aqueixa situació i ensenyar que el que es “normalitza” no és el normal, i que si qualsevol d’elles s’acosta a una comissària a interposar una denúncia l’ajudaren, que comptarà amb la presència d’un advocat o advocada que des del principi li indicarà els passos que té el procés, i que encara que no siga fàcil, tots estem amb ella.
Perquè cal no oblidar que una part important de la nostra societat continua pensant en veu baixa, i, en els últims temps, no tan baixa, qüestions com aquesta: la dona posa una denúncia i a l’home se l’emporten al calabós, la dona té ara tots els drets, es queda amb la casa, amb els xiquets, amb la pensió, és lògic que l’home es desespere, es torne boig i… acabe matant-la. Per què justifiquem la conducta de l’agressor amb pensaments com “alguna cosa haurà fet la dona perquè la matara”? . Per què continuem parlant d’abusos contra els homes o de situacions de discriminació contra l’home des de la normativa de violència de gènere?
Són els falsos mites sobre la violència masclista que fan que minimitzem aquest problema i les seues conseqüències. Des de l’1 de gener de 2003 fins hui, la violència masclista ens ha arrabassat al nostre país, a 1.118 dones, s’ha cobrat la vida de més de 62 dones cada any, no obstant això, continuem mostrant pudor de cridar a aquest problema pel seu nom.
Tota violència contra la dona mereix repulsa i condemna, però lluny d’estar prop d’aqueixa erradicació, sembla que augmenten les maneres d’exercir la mateixa, com ocorre amb la violència econòmica o la violència a través de les xarxes socials, conseqüència aquesta última de l’aparició de la societat de la informació i de l’eliminació de barreres a la comunicació, així com de l’expansió de l’accés i tractament de la informació que, en el seu vessant negatiu, han suposat l’aparició de noves formes de maltractament cap a la dona particularment lesives i amb espacial incidència entre joves i adolescents i amb la particularitat que poden incrementar exponencialment la lesivitat en les mates, ja que es tracta de conductes que poden convertir-se en virals i romandre de manera incessant en el temps, que normalment permeten ocultar la identitat del maltractador.
Estem parlant del ciberassetjament, ciberamenaces, sextorsió, cibercaptació per a tràfic de persones, hacking, phishing. Algunes de les conductes no corresponen a delictes concrets, conforme a la seua tipificació en el Codi Penal, sinó que poden generar més d’un delicte.
La violència econòmica presenta l’inconvenient de no vindre expressament tipificada en el Codi Penal però no per això deixa de ser un tipus de violència especialment cruel amb la víctima, perquè es tracta d’un abús molt subtil que pateix un elevat percentatge de dones, tant durant la convivència com després de la separació. El control dels diners del qual disposa la dona, fins i tot el que la mateixa gana, l’impagament voluntari o intencionat de les quotes hipotecàries per a privar a la dona de l’habitatge familiar, els supòsits d’explotació econòmica, obligant la dona a treballar en el negoci familiar sense salari ni prestacions socials, el sabotatge laboral, frenant les expectatives professionals de la dona mitjançant la imposició de tasques associades al sexe femení i la maternitat, o l’impagament de pensions alimentàries, que exigeix a la dona a dur a terme un excés en el seu esforç de cura i atenció cap als fills, privant-se d’atendre les seues pròpies necessitats per a cobrir les obligacions que no verifica l’obligat a fer-ho són formes de violència econòmica.
Com s’apunta des de la Subcomissió de Violència sobre la dona del *CGAE, encara que el nostre país té una de les legislacions més avançades en matèria de violència de gènere a nivell europeu, cal continuar avançant per a reconéixer les diferents formes i els diferents àmbits de la violència masclista, cal continuar identificant i analitzant els factors que incideixen en la violència de gènere i formular propostes per a erradicar-la i tipificar-la.
S’activen Pactes d’Estat, s’activen protocols d’actuació, es torna amb iniciatives legislatives, i quasi 17 anys després de publicar-se la Llei orgànica 1/2004 de 28 de Desembre, de Mesures de protecció integral contra la violència de gènere, després de les reformes tan importants que van veure la llum l’any 2.015 en aquesta matèria, no hem sigut capaces de reduir el nombre d’assassinats, moltes dones no troben la protecció deguda perquè no volen interposar denúncia; no volen, o no poden, valdre’s de la protecció que l’Estat els brinda, possiblement perquè creen que no les ajudaran.
La violència de gènere és un fenomen delictiu que revist una especialíssima gravetat en una societat democràtica avançada per ser una materialització sagnant del risc que, pel mer fet de ser dona, afecta a la meitat de la població. El de violència de gènere és un procés no equiparable a altres ordres ja que cal valorar en la seua justa mesura les dependències de tota mena que la dones víctimes de violència de gènere tenen, les emocionals les socials, les econòmiques, les que té a veure amb els fills i filles, aqueixes altres grans víctimes de la violència de gènere.
Per a combatre aquesta xacra hem de comptar amb lleis que garantisquen la igualtat, però sense oblidar la importància de factors com la coeducació, el feminisme, la perspectiva de gènere en totes les institucions, el compromís cívic i igualitari de la ciutadania, el paper dels mitjans de comunicació, així com la condemna ferma contra els maltractadors. En realitat estem davant un gran desafiament que requereix d’un profund canvi cultural. Tots els canvis culturals requereixen compromís, voluntat i fermesa per a impulsar-los.
Com diu la nostra Presidenta, Victoria Ortega, quan una dona mor o li la maltracta pel simple fet de ser-ho, alguna cosa mor també en la qualitat de la nostra democràcia. Estem davant un problema de la màxima gravetat on no caben ni els negacionismes, ni les equidistàncies, ni la passivitat. És evident que alguna cosa falla i quan alguna cosa no funciona bé –ni més ni menys que el sistema- tenim l’obligació d’actuar i de proposar solucions, perquè és un compromís col·lectiu que ens concerneix a totes i tots: a la societat, als tres poders de l’Estat i a les institucions.
Per això, convidem a tothom a acostar-se fins a les portes dels Jutjats per a ser informats de les actuacions que es duen a terme en matèria de violència contra la dona, manifestar el rebuig a la mateixa i assistir a la concentració prevista i lectura del manifest. Totes les veus són poques per a cridar NO A la VIOLÈNCIA CONTRA LA DONA.